sábado, 20 de diciembre de 2014

Para Lisette, cantar es vivir

Surgida de la cantera del Festival Nacional del Tango de La Falda, la cantante y multiinstrumentista Lisette Grosso Schmid presentó este año su disco debut.   

COMENTARIOS DE DISCOS

Por Néstor Pousa

Cuando hizo su aparición por primera vez en el Festival Nacional del Tango de La Falda dejó a todos boquiabiertos. ¿Escuchaste cantar a la nena? era el comentario que se repetía en la platea y en la gente. La nena era Lisette Grosso Schmid (artísticamente, Lisette a secas), que con apenas 11 años se plantaba a cantar, tocar el bandoneón, cambiar a violín o teclado, con asombrosa autoridad y enfrentando a una audiencia entendida y exigente.
“Tirao por la vida de errante bohemio” canta Lisette, y aunque queda claro que de ninguna manera pudo haber vivido una experiencia como la que cuenta la letra, su interpretación suena absolutamente creíble. Luego, con una mirada al grupo dispara el siguiente tema y se prende en un diálogo de fraseos a dos bandoneones con el Maestro Carlos Nieto, director del trío que la respalda, además de su amigo y profesor de bandoneón desde que tenía 10 años.
Aunque su lugar de nacimiento fue Córdoba y su actual residencia es en la ciudad de Morteros, para Lisette La Falda significa mucho más que el lugar que la consagró como artista; en esta ciudad hay una calle que lleva el nombre de su bisabuelo materno. Ella es casi faldense, y si bien tiene asegurado un promisorio futuro en la música, declara con convicción que una vez que finalice su secundario le gustaría estudiar Ciencias Políticas o Periodismo.
Con asistencia perfecta desde 2011 en el legendario festival serrano, Lisette eligió este imponente escenario durante la pasada edición para oficializar la presentación de su álbum debut, lanzado al amparo de una discográfica multinacional de primera línea como es Sony Music y respaldada por una ficha técnica de respetados artistas del género.

Lisette en Lunas de Tango 2014
Cantar es vivir es el nombre de su opera prima y refiere a un tango escrito por la poeta Marta Pizzo (una bella letra al estilo Eladia) y música de Daniel García, encargado de los arreglos y dirección orquestal del trabajo con colaboraciones de José “Pepo” Ogivieki.
Elegir como leit motiv un número del nuevo repertorio es una apuesta osada que marca el carácter de esta novel artista que empieza a desmarcarse de su imagen de niña prodigio para comenzar a transitar una carrera con sustento, aún cuando hoy todavía sea una preadolescente que transita los 14 años.
El material que compone el disco está formado por un repertorio que la cantante viene defendiendo en vivo en los últimos tiempos. Como heredera directa de Rubén Juárez (¿quién más puede cantar y tocar el fuelle a la vez?) repasa mayoría de temas que eran clásicos del inolvidable Negro: Toda mi vida, Como dos extraños, Los cosos de al lao y Bien de abajo, figuran en el menú. En los rubros invitados especiales aparecen Raúl Lavié, único cantante al que Lisette cede protagonismo vocal para un gran dueto en El último café. Horacio Ferrer, irreemplazable pérdida de las últimas horas, aporta su inconfundible estilo en el recitado de Libertango, de la que es autor junto a Piazzolla. Mientras que de José Colángelo es el piano que se escucha en Malena.
La madurez interpretativa de Lisette se manifiesta en dos pasajes que son los más logrados de este muy buen debut discográfico: Nada, con el único acompañamiento de la guitarra de un especialista como Esteban Morgado; y Anclao en Paris. De esta última había circulado un demo de difusión con acompañamiento de orquesta; para su registro definitivo Lisette eligió hacer un unipersonal en el que sola se encarga de la voz y el bandoneón. Resultado: dos notables versiones.

A esta mesurada convocatoria de figuras de prestigio que colaboraron en el disco, Lisette la define con naturalidad y hasta cierta inocencia como “una reunión de amigos”. Ocurrencias de una niña que entre los grandes se mueve como pez en el agua, y que desairando su edad cronológica parece acreditar la experiencia de las grandes cancionistas que alumbró el Tango.-

martes, 16 de diciembre de 2014

Virus con mirada experta

Dos obras, una literaria y la otra audiovisual, se encargan de dejar registro de la trayectoria de Virus, una de las bandas más influyentes de los años 80. 

LIBROS / DOCUMENTALES

Por Néstor Pousa
                                                                                                  
Con lenguaje llano Marcelo Moura en su libro Virus se encarga de contar como fue el nacimiento de una de las bandas más significativas de los años ‘80. Desde una posición privilegiada  -ya que el menor de los Moura es miembro fundador del grupo junto a sus hermanos Federico y Julio-  el músico platense brinda datos hasta ahora desconocidos o no revelados apelando a su visión personal del fenómeno, prescindiendo del rigor cronológico, con una prosa más visceral que depurada y plagada de porteñismos, en donde el uso de términos al “vesre” (forma lunfarda de invertir las sílabas de  las palabras) sorprende por su exceso.
El relato se tensa en el capítulo dedicado a Jorge, el mayor de los hermanos Moura, cuya historia estuvo velada durante los años de mayor popularidad de la banda. Jorge, que no se dedicó a la música, fue desaparecido y asesinado por la última dictadura militar por ser integrante activo del ERP. No es esta la única tragedia que atravesó a la familia, el otro suceso es más conocido y se refiere a la enfermedad de Federico, quien por personalidad y talento nadie deja de reconocerlo como el líder indiscutido del grupo. A Federico se le manifestó su infección de VIH en 1987 durante su estadía en Brasil mientras grababan las canciones de Superficies de placer y en el momento de mayor auge de la banda. A partir de ahí ya nada volvió a ser igual, los hechos se desencadenaron vertiginosamente y para el siguiente disco (Tierra del Fuego) el cantante debilitado en su salud debió ser reemplazado en las voces por su hermano Marcelo, que hasta ese momento tocaba los teclados y tomó la posta al frente de la banda a instancias del propio Federico que le encomendó el difícil compromiso de sucederlo.
Es en estos pasajes donde la narración pasa por sus momentos de mayor intensidad aunque sin caer en el melodrama, ni intentar capitalizar el morbo, para lo cual se reservan los detalles demasiados íntimos que tengan que ver con la vida privada, enfermedad y muerte de Federico.
Surgidos en la ciudad de La Plata en el seno de una familia clase media acomodada, la carrera profesional de Virus desde sus inicios, no fue fácil. Mirados de costado por buena parte de la crítica especializada y por muchos de colegas que los tildaban de “frívolos y de ser una banda de putos”; a su estilo de ruptura le llegó tardíamente el reconocimiento hasta ser considerados hoy como uno de los referentes ineludibles del género. De todo esto se encarga de dejar registro Marcelo Moura en sus escritos autobiográficos a modo de un descarnado ejercicio catártico.
Título: Virus por Marcelo Moura - Editorial Planeta © 2014 - 174 páginas que incluyen un apéndice con fotos rescatadas del archivo familiar.

Imágenes Paganas. Haciendo foco en la figura de Federico Moura, el filme del realizador Sergio “Cucho” Constantino estrenado en 2013 es un complemento audiovisual imprescindible para terminar de comprender el contexto sociopolítico y musical en el cual se desenvolvió la historia de Virus y cómo llegaron a ser uno de los fenómenos del Rock Nacional. Con un tratamiento estético elevado y a la altura del legado de los hermanos Moura, la película estrenada en Buenos Aires y Córdoba el año pasado, giró por el país junto a otras de su estilo como parte del colectivo documental denominado La Pesada del Doc.  
Título: Imágenes Paganas - género: documental - duración: 98 minutos.

martes, 9 de diciembre de 2014

Contramano Trío: En la dirección correcta

Contramano Trío: Della Vedova-Martínez-Almeida
Fueron los primeros locales en convertirse en grupo estable del Festival Nacional del Tango en sus 50 años de existencia. Sobre como influyó este hecho y otros temas hablamos con Mauricio Martínez.


ENTREVISTA                                   
    
Por Néstor Pousa                        

Mauricio Martínez gira la cuchara de café en una no premeditada imagen tanguera, mientras busca las palabras precisas para explicar cómo influyó en la incipiente carrera del Contramano Trío el hecho de haberse convertido en los primeros músicos locales que funcionaron como grupo estable del Festival Nacional del Tango de La Falda, lugar que ocuparon maestros de la talla de Carlos Nieto o Hermes Bálsamo. Un bar del micro-centro faldense por afuera de la hora pico es el lugar indicado para que la charla fluya.
“Para nosotros fue importantísimo, una experiencia hermosa la de subir tantas veces al escenario, porque para cuando nos tocó actuar con el trío era la sexta vez que subíamos y ya estábamos súper relajados; a diferencia del año anterior que subimos y nos temblaban las piernas… porque ese escenario es muy imponente”, comienza a relatar Mauricio. “Esto nos posibilitó viajar a Uruguay con el cantante uruguayo Francisco Falco que fue quien hizo de intermediario para que toquemos en el Festival Internacional de Uruguay, y allá hicimos algo parecido porque estuvimos acompañando al ganador del Pre La Falda de este año, Leandro Ponte, y a la cantante uruguaya María de los Ángeles, además de hacer lo nuestro instrumental. Luego surgió grabar un disco con Falco en Buenos Aires; y ahora estamos próximos a grabar con Leandro Ponte su primer disco que posiblemente sea presentado el año que viene en el Festival Internacional de Buenos Aires. Realmente esto nos ha abierto muchas puertas y fue algo que tal vez no se nos hubiera ocurrido a nosotros, si no hubiera surgido del municipio faldense”, reconoce.
Mauricio se toma un tiempo para recapitular como nació la idea: “Nunca habíamos acompañado cantantes con esta formación que siempre fue instrumental, aunque cada uno por separado sí lo había hecho. Al principio estaba la pregunta si no íbamos a incorporar un cantante, un bandoneón o un violín que son instrumentos típicos del tango, y a nosotros nos gustaba el timbre del trío, nos parecía nuevo o raro dentro del género. Lo primero que nos llamó la atención es que con esta formación sin bandoneón nos llamaran para ser el grupo estable. En principio nos pidieron que acompañáramos a un cantante, después a dos, a tres, y entonces surgió la idea de ser grupo estable porque además nunca había sido una banda local, y a la vez era algo pintoresco”.

   -Decís que el estilo que hacen es novedoso, ¿no remite acaso a los orígenes del Tango?  “Sí, de hecho Gardel tocaba sólo con guitarras. Yo creo que a lo que más nos parecemos en cuanto a sonoridad, y es también uno de nuestros referentes, es a lo que hacían Salgán-De Lío que era piano y guitarra, aunque De Lío tocaba con guitarra eléctrica y a mí me gusta más la calidez de la guitarra clásica. Creo que por una cuestión for export se ha impuesto mucho el bandoneón, y entonces no tenerlo, a la gente le resulta nuevo. Y también el hecho de tocar con bajo eléctrico en lugar de contrabajo, creo que tiene que ver con todo eso la sonoridad del trío”.

   -¿Qué pasa con el intérprete cuando no tiene un bandoneón que lo respalda?, que es como si en el rock faltara la batería, ¿los incomoda o condiciona?   “A nosotros no, porque ya estamos muy acostumbrados a esta sonoridad y a como pensar los arreglos para reemplazar el bandoneón. En arreglos para una formación típica de piano-bandoneón-contrabajo, en Contramano Trío el piano queda igual, el bajo eléctrico lo adaptamos al contrabajo y yo con la guitarra reemplazo al bandoneón. Con respecto a los cantantes: algunos no reniegan de la formación porque ya están acostumbrados, pero hubo otros que preguntaron si no podíamos incorporar otro instrumento que llevaran ellos”. 

Mauricio Martínez (26 años, guitarra y arreglos) y Rodrigo Della Vedova (22 años, piano), son ambos miembros fundadores del trío y los que aún permanecen de la formación original, la que pasó por algunos cambios de integrantes en lo que respecta al tercer instrumento, el bajo eléctrico. Para Mauricio es habitual que los músicos jóvenes que hoy abordan géneros como el Tango y la Milonga acrediten un pasado rockero. Para muestra, Mauricio se conoció con Rodrigo tocando rock en Siempre Verde.

   -¿Y el Tango cómo llegó?   “En el conservatorio tuve un profesor que me acercó la música de Piazzolla, y fue la primera vez que toqué Libertango, Verano Porteño, Fuga y Misterio, y con guitarra eléctrica que era lo que yo estudiaba en ese momento. Después durante muchos años me dediqué a otras cosas, hasta que en el 2008 Javier Ruax (bandoneonista de Villa Giardino) me propuso armar un dúo de bandoneón y guitarra. En un primer momento me costó adaptarme porque no había escuchado lo anterior a Piazzolla, de a poco empecé a engancharme por lo musical más que por lo cultural y descubrí a Horacio Salgán que fue mi otra gran influencia. Empecé a estudiar y escribir arreglos y me apasionó”, confirma.

   -¿Se puede abordar el tango si no estás previamente formado académicamente?   “Creo que tanto teóricamente como técnicamente es necesario en cualquier instrumento tener una técnica clásica, conservadora, de la limpieza del sonido y la precisión del movimiento, para después romper con todo eso y ensuciarlo, si se quiere, o entorpecer algunas acentuaciones. El Tango es tan rico desde lo teórico, en lo melódico, en lo armónico, en lo rítmico, que faltan recursos si uno no pasa por un estudio más académico”.

   -En La Falda, hace algunos años, hubo un clamor de los artistas locales por un cupo obligatorio en los espectáculos que organizaba la municipalidad. ¿Hubieras suscripto?   “Sí. Pero creo que también uno tiene que ganarse los espacios. Me parece fundamental que se difunda la gente de acá, sobre todo porque no hay lugares para tocar, pero sí creo que uno tiene que pelearla y llegar a un nivel para ganarse ese espacio, porque si te juntas a ensayar dos veces, estás sonando más o menos y ya te dan un lugar en un escenario grande, a lo mejor te quedás en esa.  A nosotros nos pasó cuando formamos el dúo y no nos pusieron en el escenario; nos molestó, pero ahora escuchó lo que hacíamos en ese momento y me doy cuenta que no tenía el nivel como para que nos pusieran. Al segundo año nos dieron un espacio chiquito, pero ya sonaba mejor”.

   -Desde una ciudad como La Falda ¿es una utopía vivir de la música? o en tal caso, ¿qué otras cosas te exige hacer para poder dedicarte a esto?   “En este momento de alguna forma podemos decir que estamos viviendo de la música, pero más por el lado de dar clases (particulares y en colegios secundarios) que por tocar. Es complicado dentro del país poder vivir de la música, nosotros tenemos la esperanza, las ganas, la energía de, en el corto plazo, empezar a viajar lo más posible y salir del país si se puede, porque sabemos que el Tango funciona en todo el mundo y hay lugares en donde a los argentinos no nos quieren dejar entrar, pero vos decís que tocás tango y tenés la chapa de ser argentino y creo que es lo único en que te beneficia en el exterior”.

   -El año que viene se cumplen los 50 años del festival, ¿en qué lugar te ves?   “Es algo que todavía no lo pensé, pero creo que vamos a estar otra vez como grupo estable o esperamos que así sea. Para nosotros fue una experiencia increíble y queremos volver a vivirla. Volver a compartir con artistas, como en el 2013, que pude escuchar al Quinteto Real en vivo que fue el grupo por el que yo empecé a escribir arreglos de tango y se lo pude contar al hijo de Horacio Salgán; fue muy enriquecedor también tener una larga charla con el Maestro Osvaldo Piro; conocer a Amelita Baltar, la mujer de Piazzolla; saludar y compartir escenario con Baglietto-Vitale; y que te presente Silvio Soldán. Realmente fuimos conscientes de todo lo que nos estaba pasando, lo disfrutamos muchísimo y fue terriblemente emocionante. Son sueños que se cumplen, pero que uno ni siquiera se atrevió a soñar”.-