lunes, 5 de noviembre de 2012

Robert Plant: desaire a la nostalgia

Todas las manos, todas, para Robert (foto: Silvia Olmedo)
Momento histórico: la voz de Led Zeppelin llegó a la ciudad. Córdoba vio por primera vez en vivo y en un concierto inolvidable a una de las mayores leyendas del rock mundial.  

RECITALES
                                                                                                 
Por Néstor Pousa

Hace muchos años me hicieron un extraño obsequio, un disco nuevo pero que por alguna razón había perdido la carátula. Nunca supe porque, pero solamente venía enfundado en el sobre interno y este tenía la letra de una de sus canciones. La portada la pude conocer muchos años después pero sus canciones me atraparon inmediatamente. Era el cuarto disco de la banda inglesa Led Zeppelin, ese que al no tener nombre oficial, tuvo muchos. El que incluye himnos como Black dog, Rock and Roll y Stairway to heaven, un álbum editado en 1971 y que fue clave para la banda y para el género. Y a mí, que me gustaba la música pero que tenía mis preferencias estilísticas un tanto desordenadas, me introdujo definitivamente al mundo del Rock para siempre.
Resulta que un día la voz de Led Zeppelin anunció su llegada a Córdoba y no niego que para muchos, cada uno con sus historias personales a cuestas, puede resultar difícil no tomar su visita con nostalgia. Por eso los que esperaban de Robert Plant un concierto tributo a si mismo tal vez se fueron algo decepcionados, en cambio los que lograron desatarse de los prejuicios y relajarse, disfrutaron de la vigencia de un artista admirable.
Si Plant hubiera querido homenajearse y dejar a todos conformes se hubiera subido a la gira multimillonaria junto a sus ex compañeros de banda. Pero resulta que esta verdadera leyenda viva del rock a sus 64 años de edad considera que todavía tiene mucho para dar, y parte de eso fue lo que mostró el sábado pasado en el Orfeo de Córdoba.
A tal fin armó una banda magistral, con dos violeros muy inspirados como Justin Adams y Skin Tyson; una base dúctil con Billy Fuller en bajo y Dave Smith en batería; el fundamental John Baggott en teclados y loops; y el músico gambio Juldeh Camara en violín y banjo africano. Este último una especie de estrella enigmática que tiene mucho protagonismo en el show. Así se completa The Sensational Space Shifters un combo perfecto que le permite a su líder volantear y pasar del blues al folk country, del rockabilly a la World Music, de las melodías celtas al rock and roll con un estilo absolutamente personal y la impactante presencia escénica de uno de los mayores frontman que alumbró la música.
Con la sorprendente Tin Pan Valley empezaron a desandar parte del repertorio solista del intérprete ante la mirada expectante de la platea. Brillantes momentos como el cover Spoonful (original de Howlin' Wolf) o Funny in my mind o la maravillosa All the King's horses eran lo más fiel a lo que la banda pretende como propuesta actual, con momentos para el lucimiento personal así como para el de todo el grupo, y un protagonismo por momentos superlativo de Juldeh Camara en voz y ejecución de sus instrumentos tribales que se ensamblan sin traumas con las bases programadas que dispara Baggott desde sus teclados. Habría que sumar a esta primera lista a Four sticks con el cual un público definitivamente adepto empezaba a recibir parte de lo que había ido a buscar, es decir: los temas de Zeppelin. Aunque para la versión de Black dog, tal vez uno de los más esperados de la noche, en algunos desprevenidos pintó algún desconcierto. Eso no sonaba como Zeppelin, era la misma letra, pero se mecía sobre una guitarra slide sin el mínimo amague por parte de Adams o Tyson por imitar algún yeite de Jimmy Page. Por lo menos quedaba claro para la multitud que las versiones no iban a tener concesiones y que Robert no estaba ahí para copias de sí mismo. Los temas más emblemáticos iban a volar por alturas insospechadas pero para cuando la platea entró en la frecuencia que proponía la banda, Ramble on y Whole lotta love sonaron definitivamente fascinantes.
Avisenlé a Fito Páez, a Robert Plant le molestó tanto como a él los que deambulan por los pasillos de la platea al baño o por más cerveza. Aunque soltó un “Fuck off” y amagó una patadita, su reacción fue más irónica que agresiva y bromeó: “Última chance para ir al baño, no más toilette”. Su expresión iba del fastidio a la sorpresa por tanto movimiento y aunque parezca un dato menor o una nota de color los responsables de la producción de los eventos y del Orfeo tendrán que tomar nota del reclamo.
El show que debería considerárselo como uno de los mejores del año en la ciudad culminó con dos bises. Para que esta historia cierre perfectamente sonaron la hermosa balada Going to California y la emblemática Rock and Roll, ambas extraídas del aquel fabuloso disco sin caratula.-